Por: Marga Morales y Fiona Montagud
A fines de 2019, comenzamos a pensar seriamente en las relaciones de poder existentes en nuestro trabajo, tanto en nuestra relación con los grupos y organizaciones que apoyamos como dentro del equipo. Algunas críticas de las mujeres migrantes y racializadas que apoyábamos en ese momento nos abrieron los ojos. Decidimos que el antirracismo no debía dejarse como una cuestión de elección individual para nuestro personal. Por lo que, iniciamos un proceso para integrar una mirada decolonial en nuestra forma de trabajar.
En 2020 todo el equipo inicio un proceso de formación sobre perspectivas decoloniales y feminismos antirracistas, y realizamos un diagnóstico para analizar cinco áreas dentro de Calala desde una perspectiva decolonial: Voluntad política, Composición y estructura organizacional, Competencias técnicas, Cultura organizacional y Seguimiento.
Considerando los resultados, en 2021 desarrollamos un Plan de Trabajo con los próximos pasos para integrar esta perspectiva a nuestra organización.
Estas acciones nos están ayudando a incorporar nuevas perspectivas en nuestras políticas formales, a avanzar hacia una estructura más horizontal, a fortalecer nuestras capacidades individuales y organizacionales para sostener la acción decolonial, a hacer de esta perspectiva una responsabilidad compartida que es central en nuestro espíritu organizacional y para tener maneras de ver si estamos en el camino correcto.
Sabemos que cada vez más actores del sector de la filantropía están desarrollando sus propios procesos o evaluando si quieren emprender pasos similares. Por eso, como parte del equipo, nos gustaría compartir lo que hemos aprendido hasta ahora, conscientes que solo hemos iniciado el camino.
Llevar a cabo un proceso de este tipo es una gran decisión para cualquier financiador. Tenemos que tener en cuenta una ética de flexibilidad para estar abiertas al cambio; un principio fuerte de reparación, entendiendo el lugar que ocupamos en las relaciones de poder. Y sobre todo ser valientes para atrevernos a romper esquemas. Necesitamos reflexionar todo el tiempo sobre cómo funciona la injusticia a nivel global, aceptando la historia desde un lugar de humildad y asumiendo los privilegios que tenemos.
La perspectiva decolonial nos ha enseñado que el conocimiento se comparte y se crea en comunidad. Las grandes ideas son siempre colectivas y provienen del arte de escuchar. En nuestro proceso de aprendizaje, ha sido clave establecer un diálogo horizontal y de confianza con los colectivos que apoyamos, liderados por mujeres con experiencias vividas. Estamos seguras de que una conversación sincera ha sido posible gracias a la diversidad existente en nuestro propio equipo.
Cuando nuestro equipo empezó a crecer, tomamos la decisión consciente de construir una organización con personas de diferentes orígenes, experiencias de vida y orientaciones sexuales. Esta pluralidad nos aporta puntos de vista críticos, distintas formas de hacer, distintos ritmos. El resultado es una hermosa creatividad en lo que hacemos. Creemos que esta política es algo muy innovador en el sector filantrópico español.
La filantropía y la cooperación sigue siendo un espacio blanco. Es por eso que estamos comprometidas a abrir este espacio para los grupos con los que trabajamos, para que las personas con experiencia vivida puedan participar y aportar sus voces y perspectivas. Creemos que esto es disruptivo, innovador y muy pedagógico para el propio sector.
A la hora de diseñar y gestionar las donaciones que entregamos, intentamos escapar de los corsés de un enfoque temático. Desde la visión hegemónica se organiza y se trabaja por temas. Ahora estamos rompiendo esto al analizar lo que es hegemónico y lo que no lo es. A menudo esto es difícil porque para dejar que emerjan otros mundos tradicionalmente ocultos, tenemos que dejar de apoyar otras causas.
Algo que valoramos en nuestro viaje decolonial es que estamos dando espacio a cosas que van más allá del pensamiento racional, como las dimensiones emocionales y espirituales. La cultura hegemónica nos ha enseñado a vivir sólo en nuestra mente. La perspectiva decolonial nos está mostrando que no todo es racional, especialmente cuando trabajamos con mujeres de grupos oprimidos. Sus heridas son racionales, pero también emocionales. Ellas viven con heridas en la forma en que interpretan el mundo, en sus linajes, en sus pueblos y en sus experiencias cotidianas. Y para muchas la espiritualidad es un camino de sanación.
Esto también está conectado con la relación que intentamos establecer con los colectivos con los que trabajamos. Cuando nos acercamos a ellas, las escuchamos y dejamos espacio para que compartan más allá del trabajo que están llevando a cabo con nuestro apoyo. Nos hablan de sus emociones, sus espiritualidades y su visión del mundo. Al hacerlo, rompemos nuestra percepción occidental del tiempo, centrando la atención, los cuidados, la escucha activa o la creatividad.
Sabemos que aún nos queda mucho camino por recorrer y que este proceso no está exento de desafíos. Pero estamos profundamente comprometidas en seguir cuestionando nuestra forma de ver el mundo, nuestras propias creencias y nuestra forma de actuar y trabajar. También sabemos que somos un pequeño grano de arena en el sector filantrópico y que necesitamos que se sumen muchos más. Estamos convencidas de que, para que la filantropía contribuya a la construcción de un mundo justo, es necesario que todas recorramos juntas este camino.
Este artículo fue escrito originalmente en inglés, por nuestras compañeras Marga Morales y Fiona Montagud y se publicó en Alliance Magazine.