Ya pasó abril y con él la Conferencia Anual de EDGE Funders Alliance, que por primera vez tenía lugar en Europa. EDGE es una red internacional de fundaciones que creen en la urgencia de un cambio de sistema, en la necesidad de construir desde ya una transición a un nuevo modelo económico más justo con el medio ambiente y las personas. Las fundaciones que forman parte de EDGE financian organizaciones de base que trabajan día a día por ese cambio.

La Conferencia Anual, de título (Re)organizar el poder para un cambio de sistema, tuvo lugar en Barcelona entre el 25 y el 28 de abril, y asistieron unas 260 personas, representantes de fundaciones y movimientos sociales. Que a una conferencia de donantes asistan personas de movimientos que reciben fondos de esos donantes es toda una novedad en el panorama fundacional. Las conferencias de fundaciones suelen plantearse como “espacios seguros” donde no se puede ir a hacer fundraising, a buscar fondos para tus proyectos. Así que, abrir la puerta a las organizaciones sociales es toda una apuesta por la confianza y el trabajo en común.

trabajadoras domésticasTrabajadoras del hogar y los cuidados que participaron en una de las actividades de la conferencia

Sin embargo, la experiencia no deja de tener sus contradicciones. ¿Todas las fundaciones que asisten a la conferencia están convencidas de la necesidad de la participación de las organizaciones sociales? No ¿Todas las fundaciones tienen la misma idea de cómo debe ser esa transición hacia el nuevo sistema? No ¿Todas las organizaciones sociales que asisten confían en las fundaciones y las consideran aliadas? No. Participar en la Conferencia de EDGE es viajar durante varios días por un microcosmos de contradicciones, cosa que a veces puede ser embriagador y otras veces frustrante. La contradicción llega hasta tal punto que en la misma conferencia se debatía sobre el rol de las fundaciones ¿son parte de la solución o parte del problema? En un mundo post-capitalista, las fundaciones, en su mayoría fruto del deseo de acumulación de familias y empresas ¿tienen sentido? Por ahí iban los debates.

 

¿Qué hace una fundación como Calala en una conferencia como esta?

¿Qué hacía Calala en un espacio así? Calala es miembro de EDGE Funders Alliances desde diciembre de 2016, y desde entonces nos hemos volcado en la organización de la conferencia, participando en el Comité Organizador y en el Comité Local. Diseñando uno de los “engagement lab”, los espacios principales de la conferencia, sobre las organizaciones de trabajadores y trabajadoras y su relación con otros movimientos sociales. Y proponiendo espacios de visibilización de las organizaciones de mujeres y feministas a las que apoyamos en Barcelona. En este artículo, ya os contamos qué estábamos preparando. Y aquí podéis leer algunas reflexiones sobre una de la actividad que organizamos con las trabajadoras sexuales del Raval.

lab trabajoCarolina Elías, de SEDOAC, en el espacio de debate sobre organizaciones de trabajadores y trabajadoras

Las diferentes representantes de Calala que asistimos a la conferencia, las dos personas del equipo técnico y dos personas del Patronato, debíamos lidiar con nuestra singularidad en tres aspectos diferentes: como una de las pocas fundaciones del Estado español que entrega donaciones a la sociedad civil, como fondo de mujeres que moviliza recursos, y como organización feminista.

Calala Fondo de Mujeres es el único miembro de EDGE en el Estado español, y fue una de las pocas fundaciones locales que participó en la conferencia. Como destacó María Palomares Arenas en la asamblea de miembros de EDGE, existen muy pocas fundaciones que entreguen donaciones a organizaciones de la sociedad civil, y entre ellas, muy pocas que crean en la necesidad de un cambio de sistema. En esto casi que estamos solas.

No éramos las únicas en cambio, que trabajamos por movilizar más recursos para los movimientos sociales. En la conferencia había una gran diversidad de fundaciones, desde las que trabajan a partir de un gran patrimonio, como la Open Society Foundations, la Ford Foundation y fundaciones familiares, hasta aquellas que nacen de los propios movimientos y que consiguen sus recursos a partir de las personas que los componen.

Esta diversidad genera posiciones muy diferentes ante el debate y comporta una dinámica de relaciones y de gestión del poder muy interesante dentro de EDGE. Como ya hemos dicho, hay un debate sobre los orígenes de los grandes patrimonios, y este se acompaña de otro debate no menos interesante: el de cómo gestionar los fondos y cómo se decide a qué organizaciones se destinan. En este sentido, una de las propuestas que tuvo más relevancia en la conferencia fue el de los fondos participativos, que involucran a las propias organizaciones sociales en la decisión de las donaciones. Aquí puedes leer más sobre el reclamo de democratizar las fundaciones.

 

¿Y qué tal con el feminismo?

Dentro de EDGE hay un grupo de trabajo feminista, la Gender Justice Initiative, formado por fundaciones que tienen entre su prioridad la justicia de género y el apoyo a organizaciones de mujeres. Las fundaciones que formamos parte de GJI hicimos un gran esfuerzo por conseguir que la perspectiva feminista se incluyera en los diferentes espacios de debate.

gender justice initiativePrimero de los espacios de encuentro del grupo de justicia de género en la conferencia

Los resultados han sido un poco decepcionantes. Si es verdad que los espacios de encuentro que propusimos durante los tres días de conferencia fueron de los más numerosos y que fue uno de los grupos de trabajo con más visibilidad en la conferencia; luego, al interior de los espacios de debate y los talleres, se tuvo que luchar porque los análisis feministas estuvieran presentes.

El propio grupo decidió que no queríamos tener un espacio de debate sobre derechos de mujeres, sino que queríamos transversalizarnos. Y aunque la presencia de organizaciones de mujeres y feministas fue muy alta, y aportaron sus análisis a los debates sobre el trabajo, el auge de los populismos de derecha o los comunes; la sensación es que, al final, toda esa fuerza queda reducida a un “gender” en el comunicado final.

Además, ha sido uno de los primeros espacios de coordinación en los que hemos sentido resistencia al movimiento feminista. Por parte de las propias mujeres, las mujeres negras y de países del sur que continúan viviendo el feminismo como un movimiento primordialmente blanco y occidental. Y por parte de fundaciones, incluso entre las más progresista, que o bien ignoran totalmente las propuestas feministas o las reciben como amenazas, generando una sensación de hastío expresada en afirmaciones como “ya están estas otra vez”.

Queda mucho por hacer. En la revisión interna de cómo construimos un feminismo verdaderamente antirracista y decolonial, y en el trabajo con las fundaciones que no tienen interiorizada la perspectiva de género, y que finalmente son las que copan los espacios de poder.