Investigación sobre la situación económica de las organizaciones sociales de mujeres en el Estado español  

Una investigación de Calala Fondo de Mujeres y el Fondo Dalia demuestra que casi el 80% de organizaciones sociales, lideradas por mujeres, reciben financiación externa y no cuentan con suficientes recursos propios, lo que se puede traducir en fragilidad para sus proyectos.

Existe una tendencia a la precarización laboral porque trabajan con poco personal, algunas en condiciones muy precarias, incluso en régimen de voluntariado o bajo el paraguas del activismo.

La mayoría considera que actualmente su mayor preocupación es mantener económicamente las estructuras de sus organizaciones (67,5%). Seguidamente, la dificultad para acceder a financiación pública (44,6%).

Calala Fondo de Mujeres y el Fondo Dalia han publicado una investigación sobre la situación económica de las organizaciones sociales, lideradas por mujeres, en el Estado español, para analizar las condiciones financieras y laborales que viven a día de hoy. La situación mundial actual y la sucesión de múltiples crisis económicas, sanitarias, sociales e incluso bélicas no solo han llevado a la ciudadanía a vivir en la incertidumbre, sino que estas organizaciones también se enfrentas a muchas dudas sobre su futuro. Su papel social es relevante porque aparte de ser una fuente de autoempleo, empleo y dinamización de la economía, ofrecen atención social a personas en situaciones vulnerables, o bienes y servicios en sectores altamente precarizados como rural o el del hogar y los cuidados.

Para esta investigación se lanzó una encuesta a más de 500 organizaciones en todas las comunidades autónomas del país y se logró una participación de 83 de ellas. Estos son algunas de las conclusiones más destacadas:

A nivel económico, la mayoría, 77,1%, depende en gran medida de financiación externa (subvenciones, fondos y ayudas) lo que se puede traducir en una mayor dependencia y fragilidad de sus proyectos. Se observa una tendencia a la precarización laboral derivada de la escasez de personal, las condiciones precarias de algunas trabajadoras y la recurrencia de personas que trabajan en régimen de voluntariado o bajo el paraguas de la militancia.

En el grupo de organizaciones que reciben financiación externa, el 70,3% obtienen fondos públicos. La siguiente forma de financiación es a través de cuotas de socias o donantes individuales, y la tercera fuente más habitual (31,3%) es a través de fondos de mujeres, como fundación Calala Fondo de Mujeres. El 18,8% de estas organizaciones reciben fondos del Ministerio de Igualdad y en menor medida, por debajo del 10%, de la Unión Europea.

Como dato positivo, se observa una tendencia a la mejoría de la situación financiera de las organizaciones según ganan antigüedad. También, en comparación con la situación de la crisis del COVID-19, se evidencia cierta estabilidad en la mayor parte de las organizaciones; muchas de ellas han vuelto a la normalidad tras ella, e incluso, han aumentado sus ingresos y sus capacidades.

En lo referente a las preocupaciones de las organizaciones, el (67,5%) cree que la principal es el mantenimiento de su estructura y funcionamiento interno para poder encargarse de los procesos de solicitud y justificación de financiación, procesos que se perciben con mucha complejidad. Se evidencia la necesidad, no sólo de fondos dedicados exclusivamente al sostenimiento de las estructuras de las organizaciones, sino de algún organismo específico que pueda informar sobre la existencia de las diferentes opciones de financiación externa, así como que sirva de traductor de los textos jurídicos que deben interpretarse para optar a este tipo de financiaciones.

Con respecto a oportunidades, las organizaciones destacan la importancia de crear alianzas entre ellas para fortalecer tanto el desarrollo de su trabajo como de sus economías. También la posibilidad de generar espacios de formación en financiación y ampliar su cartera de servicios para poder contar con recursos propios.